Como echo de menos las tardes cálidas, los susurros bajitos y al oído, aquella mano fría en pleno julio...
Y sola me di cuenta que significabas más de lo que yo misma creía y nos encontrábamos justo allí, la piel, la brisa, la arena, desnudas.
Bajo el murmullo de gaviotas, tu cuerpo se entrelaza con el mio, los labios yacen mudos, las miradas son las que hablan en aquella playa desierta de personas, inmensa de sentimientos.
La primera vez del resto de mi vida, donde probe el placer, la ternura y la sensualidad (aun siendo yo una de ellas) de la mujer.
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