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Triste

Hoy estoy melancólica y confusa por que me han susurrado al oído que tu corazón me pertenece, y sinceramente no se que hacer con el. Creo que si lo guardo en un cajón corre el peligro del olvido y antes prefiero olvidar mi vida, por otro lado podría jugar con el tal como hace un niño con su juguete nuevo, pero podría partirse y moriría sin el... así que he tomado la decisión de dejar que tu tengas el mio y que tu decidas que hacer con ambos.

(tengo que decir que no me gusta este texto pero necesitaba soltarlo)

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Prisionera

Se sentía prisionera en una cárcel de mentira, con rejas de papel que no rompía por miedo a cortarse con las finas capas de algo que un día fue vida.  Podía rasgar ese papel cuando quisiera y, sin embargo, cada vez que su corazón se resquebrajaba con el siguiente engaño, mas difícil le suponía. Quisiera saber por qué cuando la tuve delante de mi, no le dije las cosas claras, por qué no le planté las mentiras que escribían en su espalda, por qué no fui yo misma la que debilitó las rejas de papel con el agua de la verdad para que pudiese salir. Pero una vez mas me demostró que la débil no era ella, sino yo. Así pues se planto una sonrisa, se bebió una botella de vodka llena de valor y con un tacón reventó esa cárcel.  Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrió, al mirarse al espejo que nos parecíamos, aunque ella era quien de verdad aguantaba los cimientos de mi vida, y que yo en realidad solo pintaba la fachada.

algo paso en aquel instante..

Hoy me desperte pensando en ti, pero no como siempre, hoy tenia un toque distinto. Me acompañaba el señor Romanticismo y cuando mejor estaba ensimismada en mis pensamientos la señorita Lujuria le dio una puñalada y lo dejo desangrándose, recitando un párrafo de la obra de Orfeo, mientras ella escuchaba de fondo a la sexy Marilyn Monroe entonando Diamonds. Me puse frente a ella y con voz tranquila le reclame, le dije que me olvidara por un tiempo, que ya habia causado bastante daño, ella ignorando mi imploración me enseño una cuerpo, otro y de aquel, y se apodero de mi. En mi pensamiento los dos empezamos a abrazarnos calidamente, su calor era el mio y su aliento al contacto con mi cuello, hacía que mi cuerpo se estremeciese. De pronto, con voz firme me levante, cruze la estancia y me sente en un sillón sola y desnuda, comenze a llorar y cuando quise darme cuenta el señor Romanticismo y la señorita Lujuria ya estaban en el suelo, desfallecidos de luchar. Tomaron l
A veces te miro, te siento, te añoro A veces me pregunto por qué, por qué si, por qué no A veces rio, a veces lloro, o sigo indiferente A veces cuento las horas, los minutos, y segundos A veces creo en ti, en mi, en los dos, en ninguno A veces incluso creo que te quiero...